Guernica, julio de 2006.
El ruido del andar de un colectivo, el murmullo de su puerta trasera abriéndose, los sonidos de calles son apenas los primeros registros de los muchos viajes en la historia a contarse en Vicenta, el documental de Darío Doria que con el relato en off de Liliana Herrero, se sube este domingo a la programación del 35 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en Sección Oficial Fuera de Competencia..
Darío Doria eligió el impacto que genera la utilización de criaturas animadas en plastilina (trabajo poderoso de Mariana Ardanaz) para documentar en esta película los peregrinajes de Vicenta Avendaño, una mujer analfabeta y muy humilde del conurbano bonaerense, que dio batalla sin pausa para lograr que su hija discapacitada y violada por un tío pudiera acceder a la interrupción legal de su embarazo, un aborto no punible contemplado en la legislación vigente dadas las condiciones.
La animación nos permite ir construyendo el relato que, con la aparición de material audiovisual y recreaciones textuales de cada uno de los argumentos que dio la justicia (con nombre y apellido) para dilatar la interrupción del embarazo, logra plasmar la opresión y el calvario al que condenaban a la víctima.
Vicenta luchará por su hija Laura, que ya tiene 19, pero crece y no crece…Vicenta luchará contra los hombres necios en instituciones dormidas que en lugar de amparar a una víctima, dilatan un expediente sometiéndola, otra vez, a otro tipo de violaciones.
La voz de Liliana Herrero suma emoción profunda para contar esta historia de Vicenta, de la entereza de Vicenta, de la fuerza de Vicenta y de las muchas Vicentas también, que salen a pelearle al mundo para velar por los derechos de sus hijas.
La película Vicenta viene de ganar el Premio de la Crítica en el Dok Leipzig donde el jurado dijo que: «Utilizando muñecos de plastilina para abordar una poderosa historia de activismo contra la burocracia kafkiana en Argentina, el director Darío Doria revela una lucha crucial y dolorosa por el derecho de la mujer a elegir. Celebra la dedicación incansable de una madre a través de momentos de tranquila perseverancia junto a su hija en los viajes en autobús entre las salas de espera de los médicos y las oficinas de los abogados. Un poderoso ejemplo de cómo la animación en documentales puede revelar mundos invisibles que generalmente están fuera de su alcance.»
Dice el director:
«A la luz de lo que le tocó enfrentar a Vicenta no tengo dudas de que ahí afuera está lleno de hijos de puta. Y no hablo del padre que las abandonó, ni del tío que la violó. Ese es otro tema. Hablo de los jueces, jefes de gobierno, ministros, directivos y personal médico de hospitales públicos y otros funcionarios que debieron respetar y cuidar a Vicenta y a su hija y no lo hicieron.
¿Qué tan mal nacido hay que ser para obligar a una joven con discapacidad mental a presentarse cada 15 días en un juzgado para demostrar que su embarazo producto de un abuso sexual sigue en camino?
Turradas e injusticias como éstas tiene de a montones esta historia.
Pero no ha sido el enojo ni la indignación lo que me llevó a hacer ésta película. No. Si trabajé más de cinco años en ella lo hice por admiración a Vicenta y a la enorme y victoriosa lucha que ha dado. Porque si aborto no se hubiera realizado, si la voluntad de la familia no se hubiese cumplido, yo jamás hubiera contado esta historia. Sería un documental tristísimo, de esos que no me gustan nada porque quitan las ganas de todo,
y muy por el contrario esta película pretende ser una celebración, un pequeño homenaje a esta gran mujer.
Ojalá que Vicenta emocione y movilice a los espectadores tanto como a mí. Ojalá que la gente luego de ver la película diga “…que grosa es esta mujer, cuantos ovarios tuvo, que historia increíble!”, ojalá.»