Lollapalooza Ar ¡Arctic!
Día 2.
El sábado fue otro día intenso en el Hipódromo de San Isidro.
El debut en el escenario principal de Lelé, o sea Candelaria Tinelli, concentraba buena parte de la atención de los medios especializados y de los otros también.
Algunos inconvenientes técnicos, no lograrán opacar la aparición en la escena artística de Lelé, que tiene una fuerza y una marca particular que, obviamente, promete.
Fue una jornada otra vez diversa, en la que convivió la propuesta power de Los Hermanos con la de Foals.
Las canciones de The 1975, tan lindas que superaron ampliamente los inconvenientes de sonido que ayer amenazaron varios de los shows.
El aclamado y coreado por la plana menor del Lolla, Sam Smith y un set glamoroso, con el artista exultante al saberse adorado por estas pampas. Diría Edu Smith (que no es el tío): Sam estaba chocho.
Pero si algo fue emotivo y poderoso, eso, es lo que se vivió en el escenario de Fito Páez.
Con los compases de El amor después del amor, la gente empezó a acercarse a la propuesta nacional de lujo de la jornada.
Es que Fito ha derribado las fronteras del tiempo y una de las cosas más estimulantes de sus conciertos es ver el camino eterno de la canción metiéndose en la piel de las distintas generaciones.
Fito le canta a la libertad y libera la creatividad de sus músicos. Todos y cada uno de ellos son enormes en el escenario, brillan. Sangran en un venenoso solo de guitarra de Juani Agüero. Vuelan en la voz de Anita. Baten fuerte al medio del pecho con Gastón. Y él brilla más, por dejarlos crecer y brillar.
«Necesitamos un montón de músicas que nos alegren el corazón a todos. Que viva la música»
Y Viva Fito, che. Ayer, el héroe de la emoción en el Lollapalooza.