Una especie de hipnotismo pop.
Difícil de explicar, la conexión que hace la mente con el personaje central de El Ángel, la nueva película de Luis Ortega.
Porque nos metemos en el cine a ver un filme inspirado en casos reales… En el caso real de uno de los más espeluznantes asesinos de nuestro país, Carlos Robledo Puch, sin embargo, a los pocos minutos ya estamos rendidos, fascinados por este ángel endemoniado que compuso con singularidad Lorenzo «Toto» Ferro, en lo que es una entrada con buenísima estrella en el mundo de las películas.
Luis Ortega, un poeta de la imagen que ha recogido el guante de los más grandes (¿Usted dice un nuevo Favio?) se propuso trabajar en esa franja de fantasía que marca el comportamiento de alguien que no repara en límite alguno.
Que vive su vida como si fuera una película.
Mirarlo y presentarlo como a un niño que se mueve con absoluta parsimonia para robar o matar, al que nada parece alterarlo con sus pulsiones básicas satisfechas, nos ubica en un filo inquietante.
Nunca quiso presentarlo como un ícono del mal, cosa que se contradice con el expediente.
Claro que si fuera un personaje más lejano, uno de los sangrientos de Tarantino, nos perturbaría un poco menos…Pero el hombre es ese y aún está en este plano, lo que causa un poco de escozor en tanto la película avanza y el personaje nos parece cada vez más hermoso.
Ortega maneja con precisión los tiempos de la tensión, de las temperaturas sexuales y de las fugas necesarias para soportar el horror. Los momentos musicales descomprimen un poco la mandíbula.
Hay que decir que la película es excelente en cada una de sus actuaciones, por más pequeñas que sean.
Lorenzo Ferro sostiene la dupla central protagónica con el Chino Darín, bien intenso esta vez, logrando mayor profundidad y entrega.
Dice el Chino que para él, los momentos más tensos del rodaje no fueron los más zarpados, sino aquel de la participación musical, con un traje increíble, increíblemente feo 100% ´70s, en el que hace un playback de un tema de Palito Ortega, escena rodada con la familia Ortega a pleno, autor incluido.
Peter Lanzani es otro de los chicos maravilla de la actuación de estos días presente en El Ángel. Ha capitalizado cada una de sus experiencias en cine, no importa el tamaño del papel que le toque.
Los padres terribles de la película, los grandes, bajo la dirección de Ortega se vuelven más grandes.
Daniel Fanego y Mercedes Morán sacan a jugar la experiencia, la solidez, la verdad a la hora de actuar y regalan una pareja de perversos de colección. Meten miedo.
Lo mismo Cecilia Roth y el chileno Luis Gnecco, absolutamente creíbles como los padres de la criatura diabólica a quien no supieron o no pudieron contener. Son una pareja de padres arrasada por el fracaso de ver caer al propio hijo en la oscuridad más atroz.
El Ángel se estrena en este Agosto caliente para el cine argentino.
Vayan a verla.
El infierno está encantador.